por Mikel Gómez Elzaurdia

En cierta parte de su conferencia ‘¿Qué es un acto de creación?’ Deleuze nos habla sobre las sociedades de Control, ya anticipadas por Foucault nos dice el mismo Deleuze; estas sociedades, por contra a las de orden disciplinario, no estarían basadas en dispositivos punitivos y de administración de disciplina, tanto como en otro tipo de instrumentos, mucho más refinados, que alinea nuestra forma de estar en el mundo con respecto a la norma, gestionando nuestros deseos para hacernos partícipes de su sistema de una forma más sutil y, a la vez, más perversa.

Esta tendencia se puede observar muy claramente y muy cercana en torno a la última década del presente siglo, donde, poco a poco, a través de algoritmos y datos vamos creando un perfil digital, vamos, al fin y al cabo, constituyendo una nueva forma de subjetividad en torno a nuestros comportamientos que, a su vez, ayuda a posicionarnos como consumidores de cierta tipo de mercancía, lo cual ayuda a crear una etiqueta donde poder estar representados adquiriendo también nuevas formas de expresar esas nuevas identidades.

Dentro de todo este mecanismo de control, también van desplegándose otros artefactos aún más refinados de recolección, seguridad y asimilación; artefactos que, más allá de nuestra huella digital, se atreven a interactuar con nuestros cuerpos biológicos en una suerte de simbiosis que anticipa las distopías ciberpunk. Es precisamente en esta encrucijada donde se posiciona la charla que red nos ofrecía el sábado pasado en ESLA EKO acerca de los dispositivos llamados biométricos.

 

La charla titulada ‘Sistemas biométricos, ¿Quién dijo miedo?’ abordó la injerencia de sistemas de seguridad y de interacción con entornos digitales a través de la medición de diversos factores corporales tales como la retina, la actividad cardiaca, las huellas dactilares, etc., y de cómo todos estos sistemas de protección y de recopilación de datos se han situado como opciones cada vez más habituales dentro de nuestra actualidad, conformando parte de software y de dispositivos que utilizamos de forma cotidiana, incluso, a veces, sin que nos demos cuenta.

 

Tales sistemas se encargan de ser la puerta de acceso hacia nuestros dispositivos o sirven para medir la actividad en de los hábitos de los usuarios al navegar, al hacer click, al mover el cursor o, incluso, al mirar a ciertas partes de la pantalla. Todo esto da como resultado una buena parte del perfil que vamos a poseer como usuarias y por tanto, va a representar parte de nuestra identidad en la red a la hora de ofrecernos ofertas, artículos o regular nuestro acceso a la información.

 

Por otro lado la charla también abordaba las posibilidades de hackeo y reutilización de todas estas nuevas herramientas. Dado que no hay ninguna forma de ejercer poder que no genere un entramado de fisuras por donde permear y generar resistencias, tampoco éstas herramientas pueden ser la excepción, dejando en claro que, al poder ser reusadas a la contra, pueden volverse en poderosas armas al servicio de la tecno-resistencia.

 

La interesante charla de red nos ofreció, en conclusión, una nueva y amplia visión acerca de la innovadoras formas que está adoptando el panóptico, unas formas, desde luego, mucho más orgánicas y fluidas pero, asimismo, más dependiente de los hábitos y los deseos de quienes, dentro de ella, la conforman en sí misma.

 


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *