Hoy en nuestro #MarzoLúdicoFeminista contamos con un artículo de Eva Cid sobre Moira de Overwatch.

Eva Cid es crítica cultural y autora del ensayo Portal o la ciencia del videojuego, recientemente traducido al francés. Compagina su trabajo «de verdad» en el ámbito de la integración social con su pasión por la escritura y la ambición de explorar toda forma de ficción que se atreva a transgredir.

La verdadera lucha es por la superioridad de ideas

Eva Cid Martínez

Desde su lanzamiento, Overwatch (Blizzard, 2016) se ha convertido en uno de los fenómenos más remarcables de la cultura gamer de la última década, con un multijugador online que no deja de mutar y de crecer, y una comunidad que no para de nutrirse de un número cada vez mayor de jugadores. Pero quizá lo más interesante es que parte de esta popularidad ha trascendido los límites del propio videojuego, de manera que podemos encontrar una auténtica legión de seguidores más interesada en los personajes y sus historias (oficiales o generadas por los fans) que en organizarse para competir por equipos. Y esto es algo que se ha visto favorecido por el enfoque que Blizzard ha querido darle, desde el principio, a su videojuego, con un plantel de personajes diverso, un ratio de representación femenina a la altura de este siglo, una actitud abierta hacia el colectivo LGBT (recordemos que, oficialmente, Tracer tiene novia), y un diseño de personajes que no tiene miedo a la hora de experimentar con perfiles y físicos poco normativos. O, al menos, poco normativos en lo que respecta a las representaciones de personajes femeninos que acostumbramos a ver en los videojuegos.

Así, encontramos a Zarya, una atleta siberiana especialista en halterofilia y culturismo, con una altura, músculos y envergadura superiores a los de la mayoría de sus colegas masculinos. O Ana Amari, una cazarrecompensas egipcia de 60 años, además de una de las fundadoras de Overwatch y considerada la mejor francotiradora del mundo. O una proporción nada desdeñable de mujeres que pasan de los 30, con Sombra, Mei, Widowmaker, Pharah, Mercy, Moira y Ana. Overwatch reniega de esa tendencia, tan habitual en el medio, a tirar de clichés tales como la heroína adolescente, los personajes femeninos excesivamente ingenuos, sexualizados, o aquellos cuyo principal rol es el de servir como el interés romántico de un héroe masculino.

Pero posiblemente el héroe más interesante hasta la fecha sea Moira O’Deorain, dado que es, quizá, el personaje femenino que responde más claramente a esa tendencia de perfiles no convencionales, físicos poco normativos, y roles alejados a lo tradicionalmente asociado con lo femenino. Moira es una brillante genetista famosa por publicar, años atrás, un controvertido artículo en el que detallaba el proceso para crear programas genéticos capaces de alterar el ADN a nivel celular. Este avance permitiría curar todo tipo de enfermedades y modificar las capacidades del ser humano hasta multiplicar su potencial. Sin embargo, los resultados del estudio no pudieron ser replicados por ningún otro genetista, con lo cual su reputación se vio seriamente dañada, al menos hasta que tuvo la oportunidad de trabajar para la división de operaciones encubiertas de Overwatch, Blackwatch. Allí, mientras desarrollaba armas y tecnología para la organización, continuó con sus investigaciones de forma clandestina, hasta que fue descubierta y desahuciada. Después de ese episodio, se vio obligada a buscar fuentes de financiación poco convencionales, entre ellas, la organización clandestina Talon.

Según el lore, Moira es una científica brillante y controvertida, con una pésima reputación, pero muy tenaz y con un especial talento para sortear tanto dificultades en el terreno exclusivamente científico como las restricciones éticas del mismo. En el juego, Moira es un personaje de apoyo que maneja dos tipos de energía biótica: uno para curar aliados, otro para absorber la energía vital de los enemigos y restablecer la propia. Y, como es común al resto de héroes del juego, el diseño del personaje sintetiza a la perfección las características más importantes del mismo. El aspecto aspecto físico como tal, ciertos rasgos de personalidad, el carácter, y las habilidades que la definen están perfectamente plasmados en los diseños, tanto en el básico como en los que se pueden adquirir a posteriori.

Lo primero que llamó la atención cuando el personaje fue incorporado al plantel de héroes fue la fuerte personalidad de ese diseño. Moira es una mujer de 48 años con un físico poco normativo. Desgarbada, de aspecto andrógino o no binario, con el cabello corto, el rostro afilado, y un semblante del que se puede deducir fácilmente un nulo interés en agradarte. El propio diseño de su skin básica parece reforzar esa sensación, evitando las formas suaves y armónicas; de hecho, las líneas agresivas y puntiagudas de su armadura recuerdan a algún tipo de insecto. Y puesto que a Moira le intuimos una personalidad un tanto retorcida, el diseño del personaje y de sus habilidades también camina en esta dirección. Moira se nutre de poderes antagónicos que se entremezclan en los tubos que lleva pegados al cuerpo, y la propia mecánica del personaje transmite ciertas particularidades que bien podrían ser aplicables a su personalidad.

El rango de alcance, tanto de los poderes curativos como de los de ataque, es bastante grande, lo cual dota al personaje, aun siendo de apoyo, de cierta independencia, y la manera en que se ejecutan estas habilidades transmiten cierto desdén tanto por enemigos como por aliados. Mientras otros héroes con poderes curativos precisan de proximidad física para sanar, como Lucio, o de una conexión directa y tangible con el aliado, como es el caso de Mercy, Moira lanza una ráfaga dispersa que puede curar, o no, a varios héroes a la vez, o bien un orbe dirigido que alcanza grandes distancias. En ambos casos, la sensación que se desprende es la de desapego y poca conexión emocional con los aliados. Algo que se aleja bastante del rol protector que suelen tener los personajes femeninos catalogados como healers (sanadores). Otro matiz interesante es que Moira no siempre está en disposición de curar con la ráfaga, sino que para ello necesita haberse nutrido previamente de la energía que absorbe de los enemigos, de lo cual se pueden deducir fácilmente las prioridades de la doctora; primero yo, y luego si eso los demás.

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Hay una constante en el diseño del personaje que es bastante definitoria: su naturaleza dual. En Moira parecen confluir dos tipos de fuerzas, o naturalezas. Esta dualidad se puede observar en su apariencia física andrógina, en la mezcla de los dos tipos de energía biótica que controla, en la heterocromía de sus ojos (de momento, lo único hetero que parece tener el personaje) e incluso en esa mezcla de seriedad y frivolidad con la que la han caracterizado. Junto a ese aire de soberbia y extrema sobriedad, el personaje está plagado de guiños otaku, y dos de sus skins recuerdan bastante al look glam de David Bowie y el grupo Kiss. El conjunto de todos estos rasgos ha mandado un mensaje que al menos la comunidad está interpretando de forma casi unánime, y es la identificación de Moira con el colectivo LGBT. Los fans han asumido rápidamente que Moira es lesbiana, parece claro que su expresión de género es no binaria, y se la está identificando indistintamente como mujer cis y trans. Y el hecho de que mujeres trans, la parte del colectivo más oprimida, infrarrepresentada y violentada en el imaginario ficcional, se sientan identificadas con un personaje de uno de los juegos mainstream más populares de los últimos años es importante. Es, quizá, lo más importante en materia de diversidad y representación que ha hecho Blizzard hasta la fecha.

«Un soñador es aquel que sólo puede encontrar su camino a la luz de la luna, mas su castigo es que ve el amanecer antes que el resto del mundo.» Esta es una de las dos frases que pronuncia Moira al mirar por el telescopio del mapa Colonia Lunar: Horizon. Ambas sentencias pertenecen a obras de Oscar Wilde, poeta irlandés. Pero el guiño quizá vaya más allá de la mera nacionalidad que ambos comparten. De Oscar Wilde hoy en día se asume que fue gay, pero también se especula con su posible identidad como mujer trans. Porque sí, “todos estamos en el arroyo, pero algunos miramos hacia las estrellas”, parece una simple referencia a las ambiciones científicas de la doctora, pero también, por qué no, un deseo de cambio a mejor expresado en voz alta.

Y si bien todavía es necesario que cambien muchas cosas en materia de representación y diversidad, especialmente en el mundo de los videojuegos, lo cierto es que Blizzard, de momento, está haciendo un gran trabajo.


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